Cuentan que en la época colonial, en la población de Quillacollo, Cochabamba, una pequeña niña ayudaba a sus padres pastoreando ovejas. Cierto día a la pastorcita se le apareció una hermosa y deslumbrante señora que cargaba en sus brazos un niño, la cual se convirtió en su amiga. Para la niña el conversar con la señora, quien le hablaba en el idioma nativo de la pastorcita, el quechua, y jugar con el niño, se convirtió en algo natural.
Al llegar a su casa, les contó a sus padres sobre la bella señora; quienes sorprendidos oyeron a su hija relatar la forma en que “la señora” apareció.
Extrañados los padres de la pastorcita, compartieron el hecho con el sacerdote de la parroquia y algunos vecinos, quienes decidieron cerciorarse de la veracidad del relato de la niña.
Un día 15 de agosto, sorpresivamente aparecieron los padres y algunos vecinos en el lugar donde la niña pastoreaba sus ovejas. Grande fue la sorpresa cuando vieron a la pastorcita acompañada de la señora y su hijo. El asombro y la incredulidad se apoderó de la gente, cuando vieron que lentamente la señora y el niño empezaron a subir a los cielos. La gente sorprendida preguntaba: donde está la señora? La pastorcita muy feliz respondía señalando con el dedo a la señora quien lentamente ascendía a los cielos, diciendo:
Al llegar a su casa, les contó a sus padres sobre la bella señora; quienes sorprendidos oyeron a su hija relatar la forma en que “la señora” apareció.
Extrañados los padres de la pastorcita, compartieron el hecho con el sacerdote de la parroquia y algunos vecinos, quienes decidieron cerciorarse de la veracidad del relato de la niña.
Un día 15 de agosto, sorpresivamente aparecieron los padres y algunos vecinos en el lugar donde la niña pastoreaba sus ovejas. Grande fue la sorpresa cuando vieron a la pastorcita acompañada de la señora y su hijo. El asombro y la incredulidad se apoderó de la gente, cuando vieron que lentamente la señora y el niño empezaron a subir a los cielos. La gente sorprendida preguntaba: donde está la señora? La pastorcita muy feliz respondía señalando con el dedo a la señora quien lentamente ascendía a los cielos, diciendo:
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